Un paciente internado puede perder hasta 1 kilo de masa muscular por día

Un paciente internado puede perder hasta 1 kilo de masa muscular por día

· Expertos remarcan que se recomienda duplicar o triplicar la ingesta de proteínas y se calorías para favorecer una adecuada recuperación y rehabilitación.

· Cirugías oncológicas, quemaduras severas, cuadros respiratorios descompensados o accidentes de tránsito son algunas situaciones críticas que pueden requerir intervenciones delicadas e internaciones prolongadas.

· Sólo se presta atención al estado nutricional de estos pacientes en el 1 por ciento de los casos, lo que quintuplica el riesgo de muerte a 30 días de abandonar el hospital y triplica las chances de que queden secuelas como no volver a caminar, a trabajar o poder llevar una vida normal.

1 de cada 3 pacientes que entran en un hospital, en cualquier lugar del mundo, está objetivamente mal nutrido. Sólo 1 de cada 100 es detectado y recibe el abordaje nutricional que necesita durante una internación prolongada, que será posiblemente el momento más delicado de su vida. Esta situación puede ocasionar una pérdida de alrededor de 1 kg de músculo por día, al tiempo que estar malnutrido quintuplica el riesgo de muerte y triplica el de complicaciones y secuelas.

De visita por nuestro país para disertar frente a nutricionistas y miembros de las unidades de terapia intensiva, el Dr. Paul Wischmeyer, Director de Servicios Nutricionales del Sistema de Salud de la Universidad de Duke, Carolina del Norte, EE. UU., planteó que la malnutrición es la epidemia silenciosa más preocupante que hoy enfrentan los pacientes hospitalizados: “esto sucede frente a los ojos de buenos profesionales, que están brindando cuidados muy complejos, por lo que llama poderosamente la atención que algo tan elemental como el estado nutricional no sea, en muchos casos, priorizado”.

La medicina moderna ha avanzado enormemente y hoy sobreviven pacientes que antes morían. Por ejemplo, en 10 años, se redujeron a la mitad las muertes por infecciones severas (sepsis). “Sin embargo, por desatender sus requerimientos nutricionales antes, durante y después de su internación, se triplicó el número de personas que son dadas de alta, pero derivadas a centros de rehabilitación. Muchas no volverán a caminar, ni volverán a su casa y jamás recobrarán la fuerza suficiente para alzar a un nieto”, subrayó el Dr. Wischmeyer.

Diversos estudios arrojaron que a los pacientes más críticos se les está administrando la mitad de ingesta calórica que necesitan y sólo un tercio del aporte proteico.

En Servicios de Emergentología, el equipo debe atender el trauma en forma urgente, pero las últimas guías internacionales indican que debe evaluarse de antemano el estado nutricional de todo paciente que va a una cirugía programada.

Mucho de lo que los pacientes necesitan en términos de nutrición es sencillo. Sólo es preciso indicar más proteínas y más calorías. Durante la internación, según el caso, la administración será a través de alimentos o de suplementos nutricionales por vía enteral o parenteral (por boca o a través de una sonda). Una vez que se da el alta, si la persona puede alimentarse bien, y si tiene hambre, debe seguir las indicaciones de su nutricionista, pero que tendrán que ver con incrementar la ingesta de alimentos ricos en proteínas como huevo, carne o pescado.

En personas sanas, se recomienda una ingesta de 0,8 g de proteínas al día por cada kilogramo de peso corporal. “En pacientes críticos en internación post cirugías, el abordaje es más artesanal y no puede hablarse de dosis como con los medicamentos, pero sabemos que se necesitan 1,5 gramos, 2 gramos o hasta 2,5 gramos de proteínas por cada kilogramo de peso, es decir, más del doble y hasta el triple de aporte proteico”, apuntó el Dr. Gustavo Kliger, Jefe del equipo de soporte nutricional del Hospital Universitario Austral.

Gracias a un estudio paradigmático, publicado en 1950, sabemos que para una recuperación óptima, luego de las internaciones se indica una ingesta de entre 3 mil y 4 mil calorías diarias[1]. Aparece un desafío grande que es el de los pacientes que no quieren comer, que están débiles, doloridos, algunos con trastornos en la deglución o simplemente los que no tienen hambre. Para estos casos, los suplementos nutricionales pueden ser una herramienta útil.

Además, existe evidencia de que un buen estado nutricional acorta los tiempos de internación en 1, 2 ó hasta 4 días, según la intervención, lo que reduce costos al sistema de salud. En Estados Unidos, un estudio en más de 725 mil casos, arrojó que cada dólar invertido en suplementos nutricionales se ahorraba 52 dólares al hospital.

“Haber perdido 3 ó 4 kilos involuntariamente en los últimos meses es un indicador de malnutrición. También lo es estar ingiriendo, por falta de hambre, la mitad de las calorías recomendadas al día. Preguntando esos dos aspectos, el profesional puede hacerse una idea sencilla del cuadro nutricional del paciente. Luego, confirmará a través de estudios de laboratorio los niveles de determinados marcadores metabólicos”, explicó el Dr. Kliger.

El movimiento es tan importante como el aporte nutricional, porque facilita que las proteínas sinteticen músculo. Por eso, el equipo de Kinesiología -desde el primer día de la internación- irá ejercitando con el paciente a través de pedaleo, levantamiento de pequeñas pesas, pararse de la cama, dar algunos pasos, etc., según las posibilidades de cada individuo.

Similar a correr una maratón
El requerimiento nutricional ante cirugías complejas guarda semejanzas con la alimentación de deportistas de elite. Sin embargo, para el organismo, el impacto que representa someterse a una intervención delicada es mucho mayor que el de correr una maratón.

Antes de una operación, se exige a los pacientes entre 8 y 12 horas de ayuno. “Si estas circunstancias son comparables con las maratones, ¿le pediríamos a un corredor profesional que ayune antes de una competición semejante?”, se preguntó el Dr. Wischmeyer: “eso es lo que estamos haciendo con nuestros pacientes, aunque existen guías internacionales que recomiendan hidratos de carbono hasta dos horas antes de la cirugía para que no estén subalimentados ni deshidratados”.

“La alimentación que reciben los deportistas de alto rendimiento los ayuda a sobreponerse a la maratón. En ese sentido, los atletas están mucho más adelantados que los médicos. Existe una oportunidad enorme de aprender de las ciencias de la nutrición deportiva para ayudar a nuestros pacientes”, agregó el Dr. Wischmeyer.

El ser humano no evolucionó como para sobreponerse a cirugías complejas, por lo que el organismo seguirá perdiendo músculo y usando las calorías de manera poco eficiente durante meses tras la intervención. El cuerpo no sabe cómo manejar una agresión así, por eso genera resistencia a nivel metabólico, lo que hace que se necesiten más calorías y proteínas.

“Estos pacientes están corriendo la maratón de su vida y deberían prepararse como corresponde. Tenemos que cambiar. Muchos estudios demuestran que es seguro y efectivo hacerlo”, reconoció el especialista.

El rol del Nutricionista

Alrededor del mundo, sólo se enseña Nutrición en 1 de cada 4 facultades de Medicina. Los médicos prácticamente no tienen educación nutricional. En nuestro país, ocupa sólo 4 semanas de toda la currícula.

“El jefe de la Terapia Intensiva es el que toma las decisiones, pero en términos del abordaje nutricional, la persona clave es el nutricionista que integra la unidad. Es indispensable que empecemos a escucharlos porque son quienes saben guiar el cuidado nutricional de nuestros pacientes”, advirtió el Dr. Wischmeyer.

En Argentina, la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva tiene un capítulo de Licenciados en Nutrición que trabaja este tema. Existe además un comité de médicos que en su práctica diaria brindan soporte nutricional.

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