El rol del acompañante: una figura fundamental para el enfermo de Cáncer

El rol del acompañante: una figura fundamental para el enfermo de Cáncer

¿Qué sucede cuando el diagnóstico de cáncer se hace realidad? La novedad conmueve a todo el entorno y una nueva figura emerge como el faro que alumbra en la oscuridad, para acompañar, sostener y guiar en este camino lleno de incertidumbre.

La Licenciada Nancy Atala, Psicóloga de los Centros de Diagnóstico DIM destaca un rol pocas veces reconocido: el acompañante del enfermo – la pareja (y no necesariamente en el sentido tradicional de la palabra) – que, quizás sin saberlo o elegirlo conscientemente, será quien esté junto al paciente en esta situación.

Según datos de la Secretaría de Gobierno de la Salud, la Argentina se encuentra dentro del rango de países con incidencia de cáncer media-alta. Esta estimación corresponde a más de 100.000 casos nuevos de cáncer en ambos sexos por año, con porcentajes similares tanto en hombres como en mujeres. Con estos números, la IARC ha estimado para la Argentina una incidencia en ambos sexos de 217 casos nuevos por año cada 100.000 habitantes.

Con este contexto, cuando se confirma el caso y ya la enfermedad es un hecho que se debe afrontar, el entorno familiar, social y laboral de la persona afectada recibe un fuerte impacto, sobre todo ante los cambios que la enfermedad produce. Es en ese momento, cuando “la pareja” en su rol de “acompañante” o “cuidador”, juega un papel fundamental, tal como lo señala La Licenciada Nancy Atala, Psicóloga de los Centros de Diagnóstico DIM. La profesional destaca que, cuando se habla de pareja no tiene que ser en el sentido único del vínculo amoroso. Por el contrario, puede ser cualquier otra persona y con cualquier tipo de vínculo, ya que se trata de esa persona especial que será un par, un acompañante para el paciente, en su proceso a través de la enfermedad.

Se trata de cuidar, no  de “soportar”

Durante la enfermedad, el paciente se torna demandante y en muchas ocasiones tiende a sentirse culpable al ver que el entorno se moviliza para tratar de protegerle. Por eso se prefiere que ese entorno siga con su vida propia, dentro de lo posible. Desde el momento del diagnóstico de la enfermedad hasta que el paciente pueda aceptar lo que padece y decidirse a iniciar el tratamiento, dentro de la pareja aparecerán muchos cambios emocionales, en la actitud, los hábitos y la relación entre ambos estará envuelta en nuevos desafíos.

Para poder asumir su rol de manera positiva el cuidador o acompañante debe tener en cuenta que cuidar nunca debe ser“soportar”, sino sostener y acompañar.

Cuidar de sí mismo es crucial para poder cuidar al otro.

La persona que lleva a cabo la labor de acompañante no debe olvidarse de sí mismo ni descuidar sus propios proyectos y expectativas. Esto representa un gran desafío para la persona en el rol de cuidar, ya que por lo general, se dedica tanto al paciente que se olvida de sí mismo. Cuando eso sucede, lo que le sobreviene es un estrés que, muchas veces incluso, impide seguir cuidándolo. En tal sentido, hay ciertos consejos que se pueden tomar para evitar cambios bruscos en el entorno social, laboral y emocional de ambos:

Pedir y aceptar ayuda: Ante ese diagnóstico surgen nuevas situaciones familiares y domésticas de qué ocuparse: atención y cuidado de los hijos (en caso de que los haya), las rutinas cotidianas del hogar y otras costumbres, de las cuales antes se ocupaba el paciente y ya no estará en condiciones de hacerlo.  También está la tarea de informar a los familiares porque, tal vez, la persona afectada no quiera o no pueda comentar lo que le está pasando. Por eso es fundamental que el cuidador pida ayuda, bien sea profesional, de grupos de apoyo, de familiares o amigos y sobre todo, abrirse para poder aceptarla.

Tener un buen contacto con los médicos tratantes: la pareja que cuida o acompañante es quien informará al médico de los síntomas, así como de cada paso al que el paciente se vaya sometiendo y de los efectos secundarios del tratamiento. Para eso debe prepararse, ya que por lo general este diagnóstico suele disparar enseguida la fantasía de muerte. Lo recomendable es informarse y preguntar todo en las consultas para estar al tanto de lo que va pasando. Eso impide estigmatizar de esa manera la enfermedad y poder hablar de ella sin problemas. Por eso, muchas veces también se necesita ayuda profesional, porque al sacar o disminuir la carga emocional que implica un diagnóstico de cáncer, el acompañante puede ser más operativo.

Dedicar tiempo a sí mismo: quien asume el rol de cuidador no debe perder de vista sus intereses individuales. De hecho, es importante que dedique tiempo a reuniones sociales o actividades recreativas, buscar alguien que pueda escucharlo como un amigo, familiar o compañero de trabajo con quien poder compartir, y hacerlo sin sentir culpa. Porque si la persona que cuida está sola no podrá resistir mucho y puede caer en un estrés que le impida seguir adelante.

Mantener una comunicación fluida y constructiva con la pareja: Los miembros de la pareja, el que está enfermo y el que cuida, deben poder hablar de las cuestiones o situaciones que al cuidador le puedan resultar incómodas, ya que como los une el afecto, eso puede hacer que uno sobreproteja al otro. Lo recomendable es hablar antes de que el paciente perciba que hay un malestar, ya que de no hacerlo eso terminará afectándolos a ambos. Si bien es cierto que los acuerdos a los que lleguen una vez que la enfermedad esté diagnosticada o el modo de tratarse el uno al otro depende de lo básico y la personalidad anterior a esto, igualmente esas cosas deben ser habladas.

Los especialistas en Oncología de los Centros de Diagnóstico DIM enfrentan enfermedades que siempre son de gran significación para el paciente. Unos y otros tienen mucho que hacer y que decir para alcanzar las mejores soluciones. La consulta es vital, para saber que son profesionales dispuestos a escuchar y compartir la decisión sobre los mejores tratamientos disponibles. 

Janet Melano

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