La nutrición en los primeros 1.000 días de vida

La nutrición en los primeros 1.000 días de vida

Un grupo de destacados especialistas presentó recomendaciones para mejorar la nutrición durante las distintas etapas que el bebe transita desde su concepción hasta los 2 años de edad. Se destacó una mejor alimentación de la madre durante el embarazo y el amamantamiento; una lactancia materna exclusiva al menos durante los primeros 6 meses; y la incorporación paulatina de alimentos nutritivos a partir del sexto mes.

Bajo el título “Los 1.000 días críticos: De la teoría a la práctica”, el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI) convocó en Buenos Aires a un grupo de destacados expertos en las distintas etapas de la nutrición pediátrica para generar propuestas concretas que contribuyan a que los distintos actores de la sociedad cuenten con mejores herramientas para promover el crecimiento saludable de los más pequeños.

“Cuando hablamos de la nutrición en los primeros mil días de vida, nos referimos al período comprendido desde la concepción, en el seno materno, pasando luego del nacimiento por una etapa de lactancia materna exclusiva que debe extenderse hasta los 6 meses de edad, para a partir de aquí iniciar la incorporación de alimentos que conviven con la lactancia, hasta llegar a los 2 años de edad. Todo este lapso constituye un período crítico, ya que numerosas investigaciones evidencian que la nutrición en esa etapa de la vida juega un papel preponderante en el potencial de desarrollo físico e intelectual del adulto futuro”, reveló Esteban Carmuega, Director del CESNI.

Durante la apertura del simposio, Carmuega destacó el rol del CESNI para instalar en la agenda pública los grandes problemas nutricionales que pueden afectar el desarrollo saludable del niño: “De la misma manera que como en el pasado trabajamos sobre la diarrea estival, la rehidratación oral, la desnutrición aguda, la anemia por falta de hierro, las deficiencias de micronutrientes como las ácido fólico y zinc y la estimulación temprana, entre muchos otros temas, hoy ‘los primeros mil días de vida’ son una llave que además de resolver la desnutrición crónica y las carencias de micronutrientes, son claves para mejorar el crecimiento y desarrollo, en definitiva, el capital humano de una sociedad. Nuestro desafío es llevar de la teoría a la práctica cotidiana medidas concretas que promuevan cambios en las conductas de los médicos y las familias para que el niño reciba en los estadios iniciales de su crecimiento la mejor alimentación para su desarrollo futuro. No hay inversión en salud más rentable que la que se aplica a este período crítico de los 1000 días. La desnutrición -en sus diferentes formas- tiene enormes costos para la sociedad: representa la mitad de la mortalidad infantil (como causa agravante de la diarrea o la neumonía y otras infecciones curables), 60% de la repitencia escolar, y en términos económicos se considera que implica alrededor de 2 puntos del PBI. Hoy sabemos que muchas enfermedades crónicas como el infarto y la diabetes son más precoces y severas en los niños que han padecido desnutrición temprana”.

“Entre los ejemplos, se señaló que la Argentina ha mejorado sustantivamente el inicio de lactancia materna como consecuencia del esfuerzo de toda la sociedad; hoy prácticamente todas las madres salen de los hospitales y centros asistenciales dando el pecho a sus hijos. Sin embargo, dos terceras partes de los niños reciben otros alimentos antes del sexto mes. Lograr la lactancia exclusiva hasta los seis meses implica que las familias reconozcan la importancia de no introducir otros alimentos (especialmente leche de vaca) pero así también el apoyo de toda la sociedad, la existencia de un marco legal, el acompañamiento de los pediatras, etc.”, sostuvo Carmuega.

En esa misma línea, Miguel Larguía, Académico de Número de la Academia Nacional de Medicina y Jefe de la División Neonatología del Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, recordó que “la lactancia materna ofrece tantos beneficios que la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto a UNICEF crearon la iniciativa ‘Hospital Amigo de la Madre y el Niño’, otorgándoles a los centros que cumpliesen con 10 pasos, la correspondiente acreditación. Los 10 pasos están referidos a la promoción y protección de la lactancia materna y en la Argentina 57 hospitales ya cuentan con esa distinción, habiendo sido el primero el hospital Sardá”. Sin embargo, remarcó Larguía, “nos queda un largo camino por recorrer y sería ideal que la lactancia materna no sea un estilo de vida sino una política de Salud Pública, que debería constituir el primer consenso de las plataformas de todos los partidos políticos”.

Otra iniciativa de la OMS consistió en determinar que para que los centros asistenciales pudiesen atender nacimientos, debían reunir una serie de ‘Condiciones Obstétricas y Neonatales Esenciales’ (CONE), entre las que se encuentran equipamiento quirúrgico adecuado, anestesiología general y regional, sangre segura disponible, personal debidamente entrenado y comunicaciones y trasporte adecuados. En opinión de Larguía, cuando se renueven en 2015 las metas del Milenio, las CONE deberían incluir la promoción y perseverancia de la lactancia materna”.

En cuanto al control de los embarazos y el rango saludable de peso del recién nacido, Elvira Calvo, médica epidemióloga de la Dirección Nacional de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación, manifestó que “se ha percibido que el peso óptimo al nacer para el desarrollo saludable futuro del niño debe estar entre los 3 y los 4 kg, y para lograrlo, la madre debe alimentarse adecuadamente en cantidad y calidad”. Respecto del peso de la madre durante el embarazo, Calvo manifestó que “es importante que siempre aumente, porque es la forma de proporcionarle al niño el peso dentro del rango adecuado. Si la mama inicia su embarazo con sobrepeso, deberá aumentar menos, pero nunca bajar de peso”.

Recientemente, gracias a una beca ‘Salud Investiga’ del Ministerio de Salud de la Nación, se llevó a cabo un estudio multicéntrico en embarazadas sanas en todas las regiones del país para, en base a sus índices de masa corporal durante el embarazo, elaborar curvas de ganancia de peso recomendadas para la mujer argentina, datos con los que no se contaba. De hecho, se utilizaban unas guías chilenas, que tampoco estaban suficientemente actualizadas. Hoy esas guías están a disposición de los profesionales médicos y de la comunidad en la web del Ministerio de Salud[1].

Otro de los problemas que se mencionaron como de aparición más frecuente en las investigaciones es la carencia de micronutrientes como hierro, vitamina A y C y ácidos grasos esenciales que pueden dejar consecuencias para el desarrollo. Como describe Carmuega, “también se observa la incorporación paulatina de alimentos a partir de los 6 meses de edad que complementan a la lactancia materna generalmente, pero que no tienen la calidad nutricional imprescindible para sostener la elevada velocidad de crecimiento de esta etapa de la vida”.

“El problema no es solamente lo que va dentro de la cuchara, sino cómo se administra la misma. Aprender a identificar las señales de saciedad de los niños, respetar sus tiempos y gustos, favorecer el contacto y el aprendizaje de esta etapa trascendente, es clave para la nutrición y sienta bases neurológicas para la relación futura con los alimentos. Muchas veces me pregunto si los padres seremos conscientes de la importancia que revisten estas primeras experiencias con los alimentos para la formación de conductas relacionadas con la alimentación”, insistió Carmuega.

Los 1000 días nos obligan a pensar en los cuidados que debe recibir el niño cuando se encuentra en el vientre materno. La placenta lleva el oxigeno y los nutrientes para que pueda crecer, por ello la calidad de la alimentación de las madres y el cuidado de su estilo de vida son clave. El tabaquismo, el trabajo excesivo y la mala alimentación tienen consecuencias sobre el desarrollo temprano. La obesidad al comienzo del embarazo aumenta el riesgo de complicaciones y de cesáreas, duplica el riesgo de bajo peso y de alto peso de nacimiento, el de diabetes gestacional, es causa de obesidad en las madres y además disminuye la tasa de inicio de lactancia y aumenta la de abandono temprano. En nuestro país contamos con tablas locales para monitorear la progresión de peso, pero tenemos que ser más activos en los consejos alimentarios durante el embarazo. Se sabe que las madres que ganan peso en forma excesiva duplican el riesgo de que sus hijos tengan sobrepeso u obesidad en el futuro.

“Por eso es tan necesario llegar a la comunidad médica como a las propias familias para ayudarlos a diferenciar los alimentos saludables y nutritivos de aquellos responsables de un déficit calórico-proteico, y para compartir con ellos estrategias concretas que contribuyan a proveerle al niño de un crecimiento apropiado y saludable”, concluyó Carmuega.

Durante el encuentro científico, que contó con el apoyo de Nutricia Bagó, se aprovechó para celebrar el 37° Aniversario del CESNI, una entidad sin fines de lucro que trabaja en la investigación y docencia de los grandes problemas nutricionales de la niñez argentina, con el objetivo de instalarlos en la agenda pública y de promover políticas sanitarias que contribuyan a cambiar patrones de conducta en pos de una nutrición más saludable para los más pequeños. En sus 37 años de trayectoria, pasaron por la sede del CESNI más de 145 médicos becarios y se registró un número superior a las 500 mil horas/hombre destinadas a la investigación científica y a la docencia sobre los grandes problemas nutricionales de la niñez argentina.

Fuente: CESNI

Larisa Londero

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