La hidroterapia acorta los tiempos de la rehabilitación física

La hidroterapia acorta los tiempos de la rehabilitación física

Se sabe, el agua es indispensable para la vida. Entre los múltiples usos que pueden darse a este vital elemento, está la hidroterapia, que suele realizarse en piletas convencionales, pero adaptadas para ello, con resultados en muchos casos sorprendentes.

Uno de los procedimientos que se aplican en los programas de rehabilitación es el ejercicio terapéutico; esto es, la indicación de un movimiento corporal con un formato planificado. Los objetivos son corregir un deterioro articular o muscular, recuperar un déficit funcional, facilitar desplazamientos y promover la flexibilidad articular y el adecuado balance del cuerpo. Para alcanzar estas metas, un gran aliado es el ejercicio y los movimientos en el agua, como lo demuestran las clínicas de rehabilitación más avanzadas del mundo que utilizan la hidroterapia y la llamada “piscina terapéutica” por sus cuantiosos beneficios en sus pacientes, entre ellos, la sensación subjetiva de bienestar.

Hidroterapia, una aliada para la rehabilitación exitosa

A.W. es una paciente con diagnóstico de cuadriplejia por lesión medular, que luego de sus primeras sesiones de hidroterapia en el Centro de Rehabilitación Hirsch, afirmó emocionada: «Primero me surge una sola palabra: fantástico, todo me produce una sensación agradable y de confort, desde la temperatura hasta la falta de gravedad que te permite relajar, poder trabajar con el propio peso del cuerpo en contra de la resistencia del agua, es maravilloso. Es como la sensación de volver al útero». JC, paciente con pérdida de fuerza en los miembros inferiores por un postquirúrgico complicado de columna, también se mostró muy entusiasmado: «Me pareció un método muy bueno para relajarme, ya que en el agua desapareció el dolor que tengo desde hace tanto tiempo y hasta pude dar unos pasos. Además, estar al aire libre, disfrutando del verde del parque, aporta ganas de vivir y de salir adelante».

Lo que sucede es que, en el agua, se aceleran notablemente los tiempos de rehabilitación, ya que se ven facilitadas la movilidad, la flexibilidad general, el control postural, y se manifiesta sensación de bienestar. “Realmente experimentan que pueden moverse fácilmente y logran iniciar, por ejemplo, la marcha en el agua antes que en el gimnasio, lo que los motiva muchísimo para conectarse con su tratamiento de rehabilitación”, explica la Dra. Miriam Weinberg, Directora de Rehabilitación del Centro Hirsch. La clave es que el agua no presenta riesgos de caídas y golpes, lo cual brinda más confianza al paciente. El hecho de estar en el medio acuático hace que el peso corporal disminuya notablemente y los movimientos sean más lentos y controlados, por lo cual pueden corregirse o mejorarse vicios posturales, logrando la relajación, sobre todo al ser movilizado pasivamente.

El uso del agua para prevenir enfermedades y dolencias, y para acelerar los procesos de rehabilitación, no es algo nuevo: antiguas civilizaciones, como la griega o la romana, ya la conocían y utilizaban. Desde entonces, la hidroterapia –que es el empleo externo del agua como vector de acciones físicas (mecánicas o térmicas)- ha ido desarrollándose y adquiriendo mayor auge, debido al reconocimiento del agua como verdadero método terapéutico en sus múltiples campos de aplicación, como la rehabilitación ortopédica, reumatológica, neurológica y deportiva, entre otras. Trabajar en piscinas terapéuticas conlleva importantes beneficios sobre la circulación ya que la presión hidrostática -determinante de la fuerza de flotación- genera cambios significativos sobre la circulación periférica, la función cardíaca y la respiratoria. En el agua también se hace más sencillo mantener el equilibrio, desarrollar propiocepción (sentido que informa al organismo de la posición en el espacio) y coordinar movimientos, lo que actúa sobre la confianza del paciente en rehabilitación.

Respecto a los usos de la hidroterapia, Weinberg detalla que “en nuestro centro, la hidroterapia se realiza en forma complementaria dentro de los programas de rehabilitación integral, que son personalizados para cada paciente. Actualmente utilizamos este tratamiento en pacientes con lesiones medulares, secuelas de ACV, secuelas neurológicas y de politraumas, ya sea internados o en forma ambulatoria, entre otros”.

Como todo tratamiento médico, la hidroterapia también tiene contraindicaciones, algunas absolutas (procesos infecciosos e inflamatorios agudos, heridas abiertas, lesiones cutáneas contagiosas, portación de sondas vesicales o de alimentación, trombosis vascular, entre otras); y otras relativas (incontinencias, patología cardíaca, vascular periférica y respiratorios severos no estabilizadas, patología orgánica descompensada).

En definitiva, la rehabilitación en agua es una opción terapéutica sumamente válida, ya que reúne características objetivas y subjetivas de mejoría y de recuperación de la funcionalidad. Estos avances se logran en forma precoz, permitiendo que los pacientes puedan experimentar sensaciones y logros que no se obtienen en otro tipo de ejercicio terapéutico.
Efectos terapéuticos de la hidroterapia

• Se ejercita todo el cuerpo
• Permite concentrarse menos en una zona concreta, por lo tanto se trabaja una región más amplia en menos tiempo
• Mejora la circulación sanguínea
• Facilita y regula el movimiento
• Aumenta la resistencia y desarrollo muscular
• Alivia del dolor y el espasmo muscular
• Permite conservar y aumentar rangos articulares
• Posee un efecto antitrombótico y de disminución de edemas
• Facilita la marcha precoz
• Favorece la relajación muscular
• Facilita la mejora en el equilibrio y la coordinación
• Reduce el consumo de medicamentos y reacciones adversas de los mismos
• Trae aparejados efectos psicológicos: la terapia en pileta ayuda a mejorar el estado psicológico y emocional de los pacientes. Durante y después de la inmersión, se observa un sentimiento de euforia, relajación física y psíquica. Esta euforia es secundaria, por una parte, al sentimiento de seguridad que se constata durante la inmersión y, por otra, a la mejoría de las posiciones funcionales que experimenta el paciente dentro del agua. A menudo, los pacientes pueden moverse o caminar en el agua, en situaciones en las que no podrían sin la ayuda de la flotación.

 

Fuente: Dra. Miriam Weinberg, Directora de Rehabilitación de Hirsch, Centro de Excelencia para Adultos Mayores y Rehabilitación
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Larisa Londero

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